
Les comentaba ayer que este fin de semana había terminado de leer “Habana Graffiti”, novela escrita por
El Yoyo (un socio blogger como nosotros, que prefiere firmar con este seudónimo, “por el momento”)… veo también que
Aguaya terminó esta lectura casi simultáneamente conmigo y que, a pesar de sus múltiples obligaciones familiares y el manejo de sus diferentes blogs, entradas y comentarios en los nuestros, ya publicó sus impresiones sobre el libro en sus “
Desarraigos provocados”.
Ante todo especificar que este comentario nace del” Isleño lector”, no del Isleño crítico literario que no soy, evidentemente, por tanto, mi acercamiento al texto es a partir de criterios emocionales, de contenido, más que de forma. Si está bien escrito o no, que lo diga alguien con esa capacidad y formación. Yo me voy a limitar a comentarles lo que como persona sentí al concluir su lectura.
Con este punto de referencia, mi identificación con este libro parte de haber vivido en el mismo tiempo y lugar que Carmelo por muchos años, de haber sido pionero, estudiante, de trabajar como Carmelo, de haber caminado por la misma Habana de los 90’s (y del siglo XXI, que aún son mis aceras y mis calles del día a día), por haber sentido la misma opresión y el mismo desaliento en alguna oportunidad… (lamentablemente, en lo único que no me puedo identificar tan fácilmente es con la “guara” o el éxito que tiene Carmelo con el otro sexo… L, que esa experiencia “no pasó por mí”). Me es muy fácil, por tanto, identificarme con una obra que habla de mí, de mi generación, de mis amigos, de gente que puede ser mi hermano o mi mejor socio… lo mejor de el libro es que habla de NOSOTROS, de los cubanos, los del ayer reciente y de hoy… No vi en el libro una historia muy loca, ni desatinada, si con situaciones surrealistas que la hicieran inverosímil, no!!!... leí cosas de la que amigos me han contado, lo que vi con mis propios ojos en mis visitas a otros países… lo que les quiero decir es que Carmelo se podría llamar Manuel, Juan, Pedro, “Yusimisleidys”… ;-) es cualquiera de nosotros y es, a la vez, TODOS NOSOTROS.
Muchos de los que estamos dentro y los que han salido de la isla, nos hemos preguntado las mismas interrogantes que Carmelo, hemos sufrido sus mismas dudas, sus temores, hemos dudado entre si es mejor permanecer en la Isla, por sus evidentes garantías sociales (estudio, salud, etc.) y/o la cercanía de la ayuda familiar y social, o “arriesgarlo todo” en un nuevo lugar, done hay que partir de cero, sin familiares que te ayuden, sin garantías casi. Incluso después de haber emigrado ya con cierta garantía económica, Carmelo sigue cuestionándose si hizo bien. Es el entorno el que le repele. Se siente que ya no es de Cuba, pero no es de Alemania tampoco, como no será de España a pesar de su evidente cercanía cultural y emocional con su antigua y más preciada colonia… es “emigrante”, de cierta forma ha roto con su pasado y es difícil integrarse al futuro (no podemos olvidar que este Carmelo es “negro”, por tanto, es difícil de que se “confunda” con el biotipo caucásico originario de los países de Europa, adonde el ha emigrado). Pero aún en tales crisis existenciales, Carmelo mira atrás y se percata que la opción del retorno no es válida para el, que extraña su país y su cultura, su entorno social anterior, pero que el no salió de Cuba no solo porque quería tener dinero sinó porque el quería disfrutar de “libertades” básicas que en su país le son vedadas…
Y yo creo que en eso radica la principal moraleja de esta obra. Se enfrenta a quienes repiten todo el tiempo que la emigración cubana de los últimos años es esencialmente económica. Si, tiene un componente económica, porque es evidente que los aprietos económicos que hemos sufrido en los últimos 15 años ha convertido el fenómeno en masivo, pero también tiene un componente sociopolítico, porque son gente que confiaron en el socialismo cubano y que se vieron traicionados, que un día se percataron que no tenías iguales libertades y derechos que “los demás, que lo demás países, que algunos cubanos con mayores posibilidades económicas o prebendas en nuestro país”… nos han enseñado que teníamos similares derechos y deberes que cualquier otro país, nos han enseñado a ser de los mejores del mundo en deporte, educación, salud, cultura, pero entonces es difícil aceptar que nuestra economía está entre las peores de América Latina, para no compararnos con otras regiones geográficas… y ahí vino el derrumbe, si se pudiera llamar así, de su “ideología”: no hay suficiente para comer, para vivir dignamente, pero es que tampoco tenemos iguales derechos, iguales posibilidades… estábamos bloqueados dentro de nuestro propio país: nos estaba prohibido alojarnos en un hotel sin ser cuadro o vanguardia (y yo puedo hacerles varios cuentos de cómo se reparten los bonos de “vanguardias”), nos estaba prohibido comprar una computadora, nos estaba prohibido comprar un video o un DVD, nos estaba prohibido contratar una gira turística a Santiago de Cuba o a Trinidad… ahora no podemos tampoco, pero por otras causas _ahora sí son económicas_, no porque lo tengamos prohibido… parece igual pero no lo es. Aún nos faltan muchos derechos básicos, inalienables, pero creo que nos irán llegando gradualmente…
Carmelo quería “tener derecho a…”, aquellos que se merecía en su opinión, aquellos incluso para los cuales la propia Revolución lo formó como profesional pero que nunca le garantizó plenamente. Por eso Carmelo se va de Cuba; por eso Carmelo no regresa, aún cuando no le va bien en país de adopción…
Una amiga entrañable siempre me recuerda que Ortega y Gasset escribió una vez: “yo y mi circunstancia”. Pues Carmelo piensa, actúa, nos muestra cuales es el y sus circunstancias… ni más, ni menos; y justamente por eso es válido leerlo, adentrarse en su historia, analizarlo y compartir con el sus opiniones o a disentir, que a eso también tenemos derecho.
No hace mucho leía una entrevista que Ivis le hacía al Yoyo y el explicaba que su sueño era que este libro algún día se publicase en Cuba. Si yo tuviera algo que ver con el Instituto Cubano del Libro o el Ministerio de Cultura, incluso, con el Departamento de Cultura del CC del Partido, yo recomendaría inmediatamente la impresión masiva del libro del Yoyo y lo vendía en la próxima feria de libros que se organizase en Cuba, porque este libro es didáctico y encierra varias enseñanzas para cualquier cubano: les muestra lo que tiene de bueno Cuba y lo que tiene de malo, le dice lo que tiene de bueno vivir en un país desarrollado y lo que tiene de aborrecible… les dice claro, “no vayas de ilegal que vas a pasar más trabajo que un forro de catre!!!!”, incluso le narra que aún siendo legal, no podrás insertarte en su sociedad sólo con desearlo con la vida; pero a la vez nos dice que aceptar las cosas como están (al menos como estaban cuando el terminó su novela) no es aceptable tampoco!!!... sin decirlo explícitamente, “Habana Graffiti” nos muestra que hay que luchar por el cambio aquí, ahora.
No quería cerrar este comentario sin decirles que esta novela se me pareció, conceptualmente, muy cercana a los planteamientos éticos de “
Habana Blues”, la excelente película de Benito Zambrano: no es perfecta pero expone
mi situación,
mis vivencias,
mis conflictos, y, por ello, merece estar entre mis preferencias. Quizá es por eso que voy a concluir este post con un par de canciones de la banda sonora de esa película, dos canciones que es como condensar esta novela en unos versos, es como escuchar esta novela con música… y aplaudirle!!!
“
Arenas de soledad.
Empezar de nuevo