viernes, enero 09, 2009

La hora de una nueva historia. (una reflexión de Hugo Cancio)


Hoy leía esta reflexión, publicada en El Nuevo Herald por Hugo Cancio _un empresario cubano residente en los EUA desde 1980, entre los principales promotores del intercambio cultural entre los cubanos sin importar distintivos y sectarismos, el productor de esa película que sigue siendo venerada por los cubanos de a pié y que se llamó "Locura Azul" (la de Los Zafiros)_ y no podía menos que celebrar el escrito y apoyarle en muchos de sus enunciados... OJO!!!!, he dicho "casi todos" porque en varios no puedo estar de acuerdo, pero ¿qué sería de nosotros si ni siquiera podríamos discrepar?... Cada cual tiene derecho de pensar libremente y actuar en consecuencia; pero tambiñen tiene la obligfación de respetar el criterio de los demás... Es la base de la coexistencia pacífica.

Por ello, porque me parece meridiana y esencial, la publico íntegramente... Creo que se lo merece.

"HUGO CANCIO: La hora de una nueva historia.

Entre todos los emigrantes llegados a Estados Unidos en las últimas cinco décadas, los cubanos hemos sido los más favorecidos por obvias razones, tanto legales como políticas.

Con el favoritismo que hemos heredado ha llegado la falsa pretensión de que somos únicos y que son únicos los problemas que nos afectan, una tendencia que se refleja mayormente en los medios de prensa locales, en específico los radiales y televisivos, donde, con independencia de la identidad de sus conductores, el tema ''Cuba'' predomina a diario como un acto imprescindible para la aceptación personal del presentador en nuestra comunidad o la supervivencia económica del programa: los llamados ratings.

Sí, es verdad que nuestra historia a partir de 1959 y hasta la fecha no tiene comparación por una sumatoria de factores históricos, políticos, sociales, culturales, etc., pero en nada podemos compararnos, por ejemplo, con la guerra entre los moros y los cristianos o las injusticias raciales en Estados Unidos, la persecución de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial o la separación geográfica y por ende familiar de Alemania y los alemanes. Sin embargo, los judíos y los cristianos hoy viven y trabajan mancomunadamente por el bienestar del ser humano, Alemania es una, y un afroamericano llamado Barack Obama es el presidente electo de Estados Unidos. Entonces, ¿qué pasa con nosotros los cubanos?.

El pasado noviembre se presentó en Miami el popular artista cubano Paulito FG, quien invitado a un programa local expresó una opinión contraria a la que comparten muchos de quienes vivimos en Miami. La pregunta y la respuesta fueron inoportunas, pero las diferencias de opiniones son válidas y deben respetarse. No obstante, varios presentadores locales se lanzaron como aves de rapiña a despellejar en tiras, no tan sólo la imagen del artista y la del efímero promotor, sino también la de la comunidad cubana, al exhortar irresponsablemente a la intolerancia y la apatía.

Es por eso que decidí organizar un festival musical gigante el próximo 1 de febrero en Hialeah, con la participación de Paulito FG como invitado junto a otros artistas cubanos.

La realidad es que son más las cosas que hoy nos unen que aquellas que nos separan. Hoy somos más los que emigramos por razones económicas y sociales que por asuntos políticos; hoy somos más los que abogamos por el levantamiento del embargo y de las restricciones de vuelos, los envíos de remesas, el diálogo; hoy somos más los que ya comprendemos que no es correcta esa rígida postura que ha consumido irrecuperablemente a toda una generación. Y que el odio, el rencor y la prepotencia tienen que acabar aquí y en Cuba.

Creo que ha llegado la hora de un radical cambio de estrategia. Han pasado demasiados años y seguimos penosamente divididos. No apuntemos con el dedo, porque todos hemos contribuido a ello. Además, ya no es particularmente relevante ''atrapar a los culpables'', lo importante debe y tendrá que ser buscar fórmulas para fomentar el cambio, la unificación familiar, la reconciliación de nuestro pueblo.

Respeto y admiro a los primeros emigrantes cubanos (el llamado exilio histórico cubano), quienes a su llegada a Miami con arduo esfuerzo, arrastrando el dolor y la decepción de haber tenido que abandonar su país, se abrieron paso y marcaron huellas que de una forma u otra han contribuido a que nuevas generaciones de emigrantes latinoamericanos hoy puedan disfrutar de la prosperidad de esta gran ciudad. Pero mi admiración y respeto no me pueden hacer partícipe del rencor que muchos evidencian hacia sus compatriotas, porque es una postura contraproducente.

No dudo que quienes aún promueven esta actitud, tanto aquí como allá, amen a Cuba. El amor a veces opera de distintas maneras y cuando duele, cuando frustra, suele también manifestarse a través del odio y nos sentimos incapaces de perdonar. Pero, ¿hasta cuándo?

A veces, cuando cambiamos la percepción del objeto o asunto que observamos, lo que observas suele cambiar. Me gustaría comenzar a cambiar esas miradas excluyentes y antagónicas y decir que no somos cubanos comunistas o gusanos, escorias o vendepatrias: somos cubanos; que no somos cubanos en el exilio y cubanos en la isla: somos el pueblo cubano; no tenemos a artistas de aquí o de allá (Celia, Willy Chirino, Juan Formell y los Van Van, Paulo FG): tenemos a nuestros artistas, nuestra cultura cubana; no tenemos a La Habana y la Pequeña Habana: tenemos La Habana.

¿Acaso podemos combatir el odio con el odio, la hostilidad con la hostilidad, y la incomprensión con incomprensión? Miremos hacia nuestra identidad nacional; nuestro amor por Cuba y su pueblo debe ser incondicional. Es imprescindible dejar de vivir en el pasado y perdonar. Nuestra gente necesita ayuda, hay cubanos encarcelados allá y aquí cumpliendo absurdas condenas y esto es doloroso, no sólo como cubano, sino como ser humano. El Malecón necesita pintura, la casa de mi tía necesita tejas nuevas, una amiga está desesperada por comer malanga y no hay, la jefa del comité de barrio no tiene qué comer y el embargo a Cuba nos afecta a todos...

Siento que cuando dejemos de juzgar y apuntar con el dedo, cuando dejemos de preguntarnos qué pasó y cómo fue, entonces podremos comenzar a cicatrizar heridas. Después de todo, de una forma u otra, todos hemos tenido en las manos el pincel que ha dibujado nuestra historia. Yo tengo un nuevo pincel en la mano para comenzar a dibujar una nueva historia. Es hora, ¿no?."