Hace un par de meses una amiga me regaló esta novela de Guy de Maupassant haciendo énfasis en que analizara las actitudes de algunos personajes a ver si les encontraba similitudes en la actualidad. Ella me alertó de que me asombraría con esta lectura.
En aquel momento estaba “conectado” en la lectura de un libro sobre la penetración de las marcas en nuestra vida diaria (“No logo”, de Naomi Klein) y después aún tenía en cola uno que ya comentamos por estos lares, el “Habana Graffiti”, del Yoyo, por lo que esta novela de época se quedó pidiendo el último hasta que le llegase su turno… Entre una cosa u otro, fue el fin de semana pasado que la comencé a leer.
Para empezar les debo comentar que es una novela de época que nos engancha desde sus primeras páginas. Es fácil de leer, casi a ritmo periodístico, ameno, que narra la forma de escalar posiciones en la sociedad parisiense de finales del siglo XIX (fue escrita en el 1885) a toda costa y echando mano a toda clase de acciones, algunas incluso éticamente discutibles.
Georges Duroy, el protagonista, es un joven de provincias que llega a Paris para subir posiciones en aquella sociedad, de ganarse la vida, y puso todo su empeño en este objetivo, pasando por encima de convenciones y sociedad, adaptándose a una sociedad hipócrita, moralista, donde se tejían las grandes alianzas entre la derrotada _pero aún envidiada_ nobleza y la ya poderosa burguesía, fortalecida y ávida de nuevas tierras para colonizar e incrementar elpatrimonio… En resumen, de aquel modelo de sociedad que se extendía por todas las capitales europeas de la época y que a la larga creó las condiciones para la 1era. Guerra Mundial, recién comenzado el siglo XX… El Sr. Duroy muestra un ser humano capaz de cualquier asociación o acción con tal de conseguir triunfar aquella sociedad, dándose cuenta que, llegado el momento de tener trascendencia en su medio, de ser respetado en su entorno profesional, no le era suficiente si ello no venía aparejado de rentas apreciables, empezando entonces nuevas alianzas para conseguir esos fondos que anhelaba.
También creo que es una de las primeras novelas que aborda, si bien tangencialmente, el impacto de la prensa en los destinos de un país, cuando muestra cómo manipulando la opinión pública se pueden amasar grandes fortunas a partir de fondos netamente especulativos, algo con tremenda actualidad en la economía actual, esa que reacciona espasmódica y drásticamente ante un rumor de invasión a un país petrolero (ayer llegó a los 139 USD por barril) o que juega en los mercados a futuros sobre productos que no existen, ni existirán,... posiblemente…
Pero coincido con mi amiga en que su principal enseñanza o moraleja es el aspecto en el cual me insistió al regalármelo: resulta increíblemente actual esa forma de actuar, la existencia y quizá hasta saturación de ese tipo de personajes entre aquellos que nos rodean, los que vemos a diario en el barrio, en el trabajo… de los muchos “Sres. Duroy” que viven entre nosotros, de aquellos que están todo el tiempo aspirando a escalar posiciones en la sociedad (si es posible, saltándose los peldaños, para ir más rápido aún), que son capaces de cualquier cosa, desde ser el “comecandela” en el sindicato (aquel que echaba pa’lante a su mejor “amigo” en la reunión para repartir los ventiladores Orbita) y el extremista en el núcleo del partido (el que no entiende cómo otro militante no está dispuesto de dejar su profesión de ingeniero o doctor para irse de Instructor del Partido en el municipio y que, por ello, vota por la expulsión de ese compañero, posiblemente una persona mucho más honesta y revolucionaria que el), o aquel que con tal de ir al extranjero es capaz de pactar con el diablo (bueno, con el jefe, que es su representante en la Tierra) echando pa’lante a todos los colegas de la oficina que salen en hora de pincha a comprar alguna cosa a la shopping del barrio… ese mismo que de pronto, como por arte de magia, se convierte en la persona más creyente y religiosa del mundo siempre que eso le reporte poder o dinero… ¿No es verdad que también Uds. conocen a algún “Sr. Duroy” en su entorno?....
Cierro pues con esa recomendación, si tienen la posibilidad, busquen “Bel Ami”, de Guy de Maupassant (por si les interesa, aqui les dejo para si quieren descargar una copia en PDF). Estoy seguro de que lo disfrutarán a la vez que _como dice Taladrid al terminar “Pasaje a lo Desconocido”_ podrán sacar Uds. sus propias conclusiones.
sábado, junio 07, 2008
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3 comentarios:
Definitivamente , estamos rodeados de "Mr Duroy" , de hecho yo me he visto obligado a dejar mi antiguo trabajo producto a ello , pues mis principios están por encima de muchas cosas , mas hay una realidad , de principios no se llena el estomago , pero bueno , trabajos de noche de CVP en una fiesta o los fines de semana vendiendo especias en el Agro se resuelve o en donde exista $, nada que hay que adaptarse o al menos buscar alternativas para triunfar en la vida sin pasarle por encima a nuestros semejantes :) ,
Un viejo amigo me dijo que el éxito en este país se basa en la cantidad de relaciones humanas que seas capaz de hacer , pues mientras mas contactos tengas , mas personas te podrán extender un cabo como solemos decir al buen cubano .
saludos y bueno nos leemos otro día que tengo que hoy me toca trabajar en el Agro :-))
tienes mucha razón, Ojos... y te dejo, que hoy me toca el turno de la noche de maletero en el hotel Cohiba... :-)))))
pues sí Isleño y Solo Ojos, de oportunistas está plagado en mundo, en la Habana, en el París del SXIX y en la conchinchina...el genial Maupassant, que no vivió en la era moderna para tener su columna digital como periodista sensible a las pasiones humanas, sí logró desde entonces cristalizar y mostrar la esencia simuladora y oportunista en esta novela, un saludo a los dos
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